El cambio es difícil, y en varias ocasiones las empresas caen en la trampa de proteger su status quo antes de modificar su cultura organizacional o sus estrategias. Aunque todos los días vemos cambios fundamentales en el flujo del dinero, los negocios, la tecnología y la manera en que hacemos las cosas, muchas organizaciones se resisten y terminan actuando por inercia. Según Forbes, el 70% de los cambios fallan por la falta de liderazgo o por la misma aprehensión de los equipos para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Lo cierto, es que el crecimiento requiere transformación.
I
El tema con las start-ups es otra historia.
La cultura de este segmento de empresas puede definirse, justamente por lo que no es: procesos rígidos, burocracia, desarrollo lento, entornos de trabajo aburridos y, objetivos y líderes poco inspiradores.
El reto al que se enfrentan estas organizaciones es grande. Los recursos son limitados y la competencia por la financiación exige el mejor talento posible para lograr sobrevivir en una industria creciente, que solo en Colombia, tiene más de 1.100 jugadores.
La pregunta acá radica en cómo se crea una cultura organizacional fuerte que logre navegar un contexto complejo, un ecosistema competitivo, y un entorno cada vez más cambiante.
Y también que sea sostenible y productiva en el tiempo.
II
En las start-ups la cultura y el liderazgo están indisolublemente conectados.
Empecemos definiendo qué es la cultura organizacional.
La cultura es el orden social tácito de una organización. Establece actitudes y comportamientos. Cuando está alineada con los valores de una compañía, y con las motivaciones y necesidades personales, la cultura puede movilizar a un equipo hacia un objetivo compartido y fomentar la capacidad de prosperidad.
Quizás, lo más interesante de la cultura como concepto es su capacidad para revelar fuerzas que están por debajo de la superficie y que impactan poderosamente a la organización.
Estas fuerzas por lo general son invisibles e inconscientes.
Cuando la estrategia y el liderazgo están alineados, una cultura fuerte desemboca en resultados consistentemente positivos.
III
¿Y el liderazgo?
La cultura y el liderazgo son dos caras de la misma moneda.
Los fundadores y líderes influyentes de las start-ups son aquellos que tienen la capacidad para promover la cultura organizacional de una empresa, pero también saben propiciar los cambios cuando son necesarios.
Y es que el secreto que tienen estos negocios es la comprensión de que el liderazgo no es lo mismo que la gestión, o en su defecto, la administración. La gestión actúa siempre dentro de los márgenes de la cultura organizacional. El liderazgo crea y cambia los elementos más estables y menos maleables de una estructura según las necesidades y los retos que enfrenta.
El reto más complejo del liderazgo es transformar los niveles más profundos de una cultura organizacional.
IV
Manuel Sanabria, Director de Tecnología de Cobre refuerza muchas de estas ideas.
Manuel entiende el liderazgo como un modelo de confianza y compromiso, orientado al crecimiento y logro de resultados.
Acá, algunas de sus reflexiones.
¿Cómo generar compromiso en el equipo?
Lo primero, es entender que cada persona es un universo distinto. No todos tenemos las mismas expectativas sobre un proceso específico. El verdadero trabajo del líder está en alimentar su propia sensibilidad para entender cómo potenciar las cualidades del otro, y así lograr que aflore lo mejor de su equipo. Después, es primordial que cada persona entienda que hace parte esencial de una estructura y que su trabajo contribuye y genera valor para toda la organización.
¿Cuáles son los valores más importantes que debería tener un líder exitoso en un ambiente de start-up?
Humildad, inteligencia y empatía.
Un líder tiene que ser humilde para reconocer las capacidades y los aciertos de cada persona; esto permitirá que el equipo se motive.
Debe ser inteligente para adaptarse a los cambios y guiar al equipo hacia el cumplimiento de un objetivo común.
Y empático, entendiendo que a su alrededor hay personas que día a día luchan con sus propios dilemas; sin empatía jamás se logrará inspirar a un equipo de trabajo.
¿Cómo se mide el éxito de un líder?
Uno de nuestros valores es Apostarle al Cobrero. Paradójicamente, el éxito del líder no se mide por su propio desempeño, sino por su capacidad para atraer y dirigir equipos productivos, comprometidos con el conocimiento y dispuestos a asumir riesgos. Me gusta pensar que se puede liderar desde el ejemplo. El éxito de una buena gestión está en saber escuchar e incorporar la visión de los otros al cumplimiento de las metas y a la generación de valor para la compañía.